Esta caminata la hicimos en primavera, mi compañero de ruta es un amante de la ingeniería y obras, y me animó a descubrir el acueducto. Jamás te imaginas lo que vas a encontrar en esta ruta… Como siempre, nos pertrechamos de nuestros bocatas y cogimos rumbo a Campillo de Deleitosa.
Salida-Llegada: Campillo de Deleitosa (ruta circular)
Distancia: 14 km aprox.
Duración: 5 horas
Desnivel: 303 m
Dificultad: baja
Campillo de Deleitosa es un pueblo pequeño, de apenas 100 habitantes, entre el Parque Nacional de Monfragüe y Los Ibores. Llegamos allí temprano y aparcamos el coche en la calle Las Eras debajo de un árbol. No hay señalización de sendero, por lo que nos costó un poco el comienzo.
Iniciamos nuestra andadura por la Calle El Pilar y continuamos por una calle que termina siendo de tierra. Después de pasar el Arroyo de los Enriscaderos, a unos 700 m sale un camino a la derecha. Se sube una cuesta de gran pendiente, probablemente un cortafuegos. Es una zona desforestada, que están repoblando. Al llegar arriba nos encontramos con la primera panorámica, la Sierra de Gredos, en el puerto de Deleitosa.
Andamos tranquilamente por la pista forestal, a cuyos lados hay eucaliptos, pinos y una vegetación frondosa. De frente vemos a lo lejos las crestas de Las Villuercas e Ibores. Algunos buitres sobrevuelan el roquedal de la Sierra de Juncaldilla.
Sierra de las Villuercas-Ibores
Después de 5 km, por fin, se comienza a vislumbrar el río entre abundante vegetación. Aquí dimos un par de vueltas hasta encontrar un lugar por donde descender. Hay indicios de que han bajado personas por varios sitios. Finalmente nos decidimos por uno cercano a la presa.
Nos hallamos en la Garganta de Descuernacabras, afluente del río Tajo, que nace de la unión de las gargantas de los Batanes, el Colmenar, el Canchar y los Torneros.
Caminando junto al río y en ocasiones por dentro de un canal hasta llegar a las ruinas de una antigua herrería. Vestigios de tiempos remotos, donde hubo actividad minera. A partir de aquí, el trayecto lo hacemos andando por el canal, aproximadamente 5 km, en mitad de la ladera y con el río a nuestra derecha.
Este monumental canal abastecía a tres mini-centrales hidroeléctricas, que suministraron electricidad a Campillo de Deleitosa.
Herrería con la Sierra de Juncaldilla
En el río vemos como los barbos intentan remontarlo. El camino lo hacemos con calma admirando el paisaje, la majestuosidad del canal construido con pizarra y cuarcita de los alrededores; algunas zonas rocosas en las que la piedra se torna amarilla y verde. Como era primavera, las flores estaban en todo su esplendor, incluida la jara.
El canal construido a base de pizarra, cuarcita y mampostería
La sorpresa llegó tras una curva: un acueducto espectacular casi intacto, que intenta salvar una hondonada. La arcada y el color de la piedra hacen que parezca increíble, que esta obra se encuentre en medio de la nada. Merece la pena hacer la ruta tan solo por ver el acueducto. También podemos ver las ruinas de la central eléctrica y la antigua tubería por la que caía el agua hasta las turbinas, generadoras de la electricidad. Después de pasar un buen rato admirando la construcción, haciendo fotos y comiendo el bocadillo, continuamos la marcha.
Central hidroeléctrica en ruinas
Por fin, una persona, al otro lado de río un cabrero y sus cabras. El canal se termina de pronto, donde se encuentra dos compuertas y un aliviadero cerca de la última central hidroeléctrica, en mitad de una ladera.
Compuertas y aliviadero – Final de canal
Avanzamos de frente y poco seguros del camino. Abajo se ven algunas construcciones abandonadas, pueden ser antiguos molinos. Para evitar problemas, nos acercamos al río y seguimos cerca de la ribera. Vemos un puente y llegamos hasta él. Supongo que: el camino que parte del puente conduce a Fresnedoso de Ibor.
A partir del puente, la senda no se ve claramente y nos costó ascender, avanzamos y retrocedimos un par de veces. Una vez arriba, fue fácil encontrar el camino de vuelta a Campillo de Deleitosa.
Los rincones y lugares, que esconden estas tierras extremeñas, no dejan de sorprendernos.